sábado, 28 de diciembre de 2013

Ayudar

Creo que una de las cosas que más me frustra es el no poder ayudar a alguien, especialmente a alguien que me importa.
Hay momentos en los que ves a alguien hecho polvo, con la moral por los suelos e intentas decir las cosas que en ese momento crees que le ayudarán más y empiezas a elaborar un discurso precioso.Vas soltando tu rollo con voz lenta, acariciando su cabeza, con abrazos... pero ves que esa persona sigue exactamente igual. Empiezas a pensar soluciones reales a su problema, se las vas diciendo y aún así esa persona sigue rechazando tu ayuda. Entráis en un círculo vicioso de: -¿Y si...? -No.
Poco a poco tu paciencia se va agotando, tus ideas se van acabando y la otra persona cada vez se desespera más. En esos momentos yo me planteo cuál es la verdadera solución a esos típicos días en los que todo lo ves mal y da igual lo que te digan, tú sigues erre que erre con que todo es una mierda.
Sinceramente, pienso que esos días son una mierda para el que está mal y para los que le rodean y al final todos acaban mal, ya sea por no poder ayudar o por no tener en cuenta la ayuda.
Y así comienza mi frustración y mis ganas de pegarle una buena bofetada a la otra persona y gritarle: ¡Espabila!, pero entonces... te acuerdas de los días en los que tú estuviste así y en todos los: "déjame", "eso no sirve de nada" y "no lo entiendes" que soltaste a alguien que estaba igual de frustrado que yo ahora mismo.

sábado, 16 de noviembre de 2013

R

Hay momentos en los que simplemente siento la necesidad de escribir, y este es uno de ellos.
Normalmente, mi cabeza trabaja tan rápido que no soy capaz de ordenar las ideas en mi cabeza, es por eso que nunca soy capaz de acabar nada que empiece.
Hace ya muchos años que tengo el propósito de escribir un libro pero cualquiera que me conozca un poco sabe que nunca seré capaz.
Cuando tengo alguna idea empiezo a escribir, me paso un tiempo dándole vueltas en la cabeza y escribiendo lo que se me va ocurriendo hasta que llega el día en el que pienso otra cosa y de repente vuelvo a empezar algo nuevo. Así es mi día a día; pensamientos van y vienen a cada instante y yo no soy capaz de ordenar todo y acabar algo.
Algunos amigos han leído cosas que he empezado y al principio me reñían por no seguir, ahora simplemente asumen que nunca acabaré nada y cuando empiezan a leer me dicen: esta vez acabarás? y mi respuesta siempre es: Lo dudo.
A pesar de eso, ellos no pierden la esperanza y leen lo que les mando hasta que llega el día en el que no mando nada más y directamente no preguntan.
Muchas veces he intentado cambiar, ser constante, tener un poco más de fuerza de voluntad pero no puedo. Al final he terminado por asumir que lo único que acabaré en la vida es precisamente eso, mi vida.

martes, 6 de agosto de 2013

.

Martes, 6 de agosto.
Parece mentira que hayan pasado ya ¿2?¿3? años. Ni me acuerdo ya en que año sucedió. Soy pésima con las fechas, de hecho, ni siquiera recordaba que era hoy de no ser por mi madre.
Un día normal, como otro cualquiera, nada especial, nada concreto. Realmente, me acuerdo más en otros momentos que son aún menos especiales. Así soy yo, admirando lo extraordinario, pero eso tú ya lo sabes.
Ni siquiera te gustaría que hoy pensara en ti, probablemente, no te gustaría que pensara en ti nunca. Te conozco, me conoces. En parte porque llevo algo de ti, aunque no lo parezca, aunque parezca que somos completamente lo opuesto, nos parecemos. Es culpa tuya que sea así, sí, no te asombres, tú lo sabes. Tienes la culpa de todo, hasta hiciste que no fuera un completo desastre y me quedara en desastre a secas.
Ese día marcó un punto y aparte en mi vida, eso también es tu culpa. Incluso ahora tienes la culpa de muchas cosas, o más bien debería hablar de influencia. Sí, eso. Tu influencia aún persiste en mí. Quizá por eso este día tiene tan poca importancia, quizá por eso hoy no me acuerde de ti, quizá sea ese el motivo por el que no puedo decirte adiós.

jueves, 6 de junio de 2013

Marionetas

A veces me siento como un títere, esperando que otra persona se atreva a cogerme y me mueva. El problema es que esa persona no se atreve a manejarme, pero tampoco suelta el arco.
Estoy dejando mi vida en manos del destino, esperando a que por fin alguien de el paso y pueda ser libre.
Yo no quiero depender de un titiritero pero tampoco puedo andar por mí misma.Quiero ser yo quien maneje mi propia vida, estoy harta de esperar a que los demás tomen decisiones para poder avanzar.
No quiero ser Pinocho, yo quiero ser un niño de verdad.

domingo, 26 de mayo de 2013

23

Yo nunca quise quedarme en el País de Nunca Jamás, lo que quería de pequeña era crecer. Ese sitio estaba bien para unos días, unos meses pero yo no quería quedarme estancada en la niñez.
Siempre fui madura, aunque en aquel momento no era consciente de que lo era, y la mayoría de la gente me decía que estaba loca y que me arrepentiría luego de ser mayor.
Pues no, no me arrepiento nada. Lo único que echo de menos es el no tener preocupaciones y pasarme el día jugando, es verdad, extraño la niñez pero no tanto como para volver.
La forma de ver las cosas que tengo ahora nunca podría haberla conseguido si no hubiera crecido, siempre habría sido una cosa indefensa, sin capacidad parar darse cuenta de la gravedad de una situación.
A mí me gusta crecer, me gusta ver cómo evoluciono, me gusta experimentar cambios en mi forma de pensar. Siempre que alguien me decía: "Más sabe el diablo por viejo que por diablo" yo pensaba en que quería ser vieja para saberlo todo.

miércoles, 22 de mayo de 2013

Un paso al frente

Me gusta la sensación de estar parada y que un camión/tren/autobús pase a gran velocidad por delante. Me gusta sentir que estoy cerca del peligro pero lo suficienteme lejos como para sentirme segura.
Si doy un paso al frente puedo morir y si doy un paso hacia atrás consigo una mayor seguridad. ¡Cuánta diferencia marca un sólo paso!
A veces pienso en lo que pasaría si doy un paso al frente y muero. Mucha gente pensaría: "Pobrecilla, murió atropellada por un camión" y otros en cambio dirían: "¡Qué gilipollas! Mira que acercarse tanto a la carretera..."
Pero mi pregunta es: ¿Por qué nadie piensa que a lo mejor estoy tomando una decisión? A nadie se le pasa por la cabeza que quizás yo quiera morir, que quiera solucionar todos mis problemas rápidamente y con un sólo paso. Seguro que nadie se sentiría culpable y todos quedarían contentos con el resultado final, nadie tendría que curarme si sufriera una enfermedad, nadie más tendría que aguantarme si estoy de mal humor y yo no tendría que aguantar los reproches de nadie.
Igual la única forma que conozco para arreglar mi vida es la autodestrucción.

miércoles, 1 de mayo de 2013

De plantas y libros

Echo de menos la vida sin preocupaciones que tenía de pequeña. Recuerdo pasar los días en el patio de casa de mi abuela leyendo mientras mi hermana se dedicaba a construir cosas con piezas de plástico.
Recuerdo aquella sensación de felicidad, disfrutaba de aquellos momentos. Ahora no puedo hacer eso, no puedo sentarme al sol y leer sin que se me pase nada más por la cabeza.

De pequeña quería ser mayor, pero ahora que estoy creciendo me encantaría volver a aquella época en la que los chicos eran tontos y lo que más me importaba en el mundo eran las plantas de mi abuela y la colección de libros que tomé prestada de mi madre y mi tía.

viernes, 15 de marzo de 2013

Negativo positivo

Siempre dicen que hay que apreciar las cosas buenas de la vida, aprender a vivir, pero ¿por qué siempre pesan más las cosas malas?
Cuando estás teniendo una buena racha y algo malo pasa, da igual lo pequeño que sea, hace que todo por lo que estabas feliz desaparezca como si nunca hubiera existido.
¿Por qué somos así? o...¿por qué soy así? Sería mucho más fácil despreciar ese algo que te hunde y agarrarte a la gran tabla de beneficios que te da el ser positivo.
No entiendo por qué la mente funciona así y no es capaz de discriminar un hecho por su magnitud.
Incluso en matemáticas un negativo tiene más poder que un positivo, se necesitan dos signos negativos para poder hacerlo positivo, es decir, da igual lo que pase que siempre será más díficl que obtengas una actitud positiva ante la vida.
Esa es la forma en la que yo veo las cosas, la forma en la que un simple signo negativo delante de mí  puede hacer que todo lo que se encuentra dentro de mi paréntesis pierda su positividad y acabe siendo todo negro.  

jueves, 14 de febrero de 2013

El libro

Entró en la biblioteca mientras cerraba la puerta con cuidado. Se dirigió a la estanterías y empezó a buscar entre los cientos de libros aquel que ella necesitaba, no tenía mucho tiempo así que iba buscando y ordenando al mismo tiempo para que luego nadie se diera cuenta de que habían tocado los libros. A los 10 minutos de búsqueda, cuando ya empezaba a darse por vencida, vio algo que le llamó la atención. Se acercó y sacó un libro que no tenía tapas, era simplemente un montón de hojas que estaban cosidas, sí, cosidas con un hilo bastante gordo.
Pasó las manos por el hilo, tratando de averiguar cómo habrían conseguido coser tantas páginas sin que se dañara ninguna y se dio cuenta de que el hilo tenía pequeñas puntitas metálicas a modo de puntas de aguja. De repente, empezaron a caer gotas rojas encima del libro.
-No, no. Esto no puede estar pasando-se dijo
Rápidamente apartó la mano y se dio cuenta de que le sangraban los dedos. Se quedó mirando la página manchada y vio como las gotas de sangre desaparecían, parecía que la hoja las estuviese absorbiendo. Justo cuando iba a examinar más detenidamente el material de las hojas escuchó como alguien movía las llaves en la cerradura. Fue corriendo a esconderse en un armario e intentó no hacer ningún ruido.
La puerta se abrió y Juan entró en la biblioteca. Empezó a caminar lentamente entre las estanterías y se paró delante de la que contenía el libro que Ana había estado mirando.
Ana intentaba contener la respiración dentro del armario

Hola, Ana-dijo él- Seguramente no sepas lo que has hecho al darle tu sangre pero puedo asegurarte que ahora no podrás escapar.

sábado, 26 de enero de 2013

Iniferno parte I

Bienvenidos al Infierno.
Muchos me conoceréis como "el demonio", "Satán", "Satanás", pero nada más lejos de la realidad pues yo no soy un hombre, soy una mujer. Sí, "el demonio" es de género femenino y quizás esa es la razón por la que las cosas van tan bien por aquí.

Hoy os voy a aclarar una serie de cosas que, por culpa de Dios, nadie conoce.
Lo primero es la forma en la que se va al Infierno; no creáis esas mierdas de que los buenos van al cielo y los malos al infierno porque es la mentira más grande, aparte de la de mi sexo, que Dios se ha inventado.
Cuando una persona muere llega a una especie de sala de espera en la que un amable ángel te pregunta si quieres ir al Cielo o al Infierno. Una vez que decides eres enviado al sitio elegido.
En el caso de que ese sitio sea el Infierno haces una entrevista conmigo en la que repasamos todo lo que has vivido y en la que puedes preguntar por lo que podemos ofrecerte aquí. Si te convence lo que escuchas yo seré la encargada de decidir, en base a tu vida, si puedes entrar en el Infierno o no. Si no entras puedes optar a ir al cielo y si allí tampoco te admiten tienes que quedarte en el limbo. Aquí tengo que hacer una aclaración y es que en el cielo no suelen poner muchas pegas para que entres porque están muy escasos de habitantes.
Cuando estés admitido en el Infierno tendrás que firmar un contrato en el que te compretes a comportarte adecuadamente y con respeto en todo momento, a tratar a todo el mundo correctamente y a una serie de cosas que no voy a desvelar para no romper la magia el día en el que tengáis que firmar vosotros. Si se incumple en algún momento este contrato tengo derecho a enviaros directamente al limbo.

Vale, ahora voy a explicar un poco cuáles son los criterios de selección en los que me baso. Lo más importante son los logros que hayas conseguido, ya puede ser un premio Nobel como criar a un hijo del que puedas sentirte orgulloso, también es imprescindible que seas una persona de fiar y que no hayas mentido en exceso durante tu vida, especialmente en temas importantes.
Voy a poner un ejemplo de dos personas y como juzgaría sus casos. La primera persona es un padre de familia pobre que durante su vida ha tenido que robar para alimentar a su familia hasta que encuentra un trabajo que le permite mantenerlos. Esta persona ha consumido drogas pero ha conseguido rehabilitarse. Pues bien, yo lo admitiría en el Infierno.
El otro caso es un hombre que durante su juventud ha sido un gran estudiante, de familia de clase media, se casa con una mujer trabajadora y él empieza una carrera como político. Para conseguir llegar a un puesto decente tiene que mentir y una vez consigue su puesto deseado empieza a robar dinero público. No lo hace por necesidad, lo hace porque puede. Esta persona no entraría jamás en el Infierno.
Quizás mi criterio no sea el más justo pero es el que mejor funciona y nunca hemos tenido problemas por aquí. De hecho, tenemos una comunidad bastante grande que va desde intelectuales como Steve Jobs hasta gitanos que vendían oro. Aquí aprendemos los unos de los otros, todos nos tratamos con respeto y siempre hay cosas que hacer.

Con esto quiero dejar claro que todo lo que dicen sobre mí y mi casa es una puta mentira que Dios inventó y que sus creyentes siguen alimentando. Las personas malas no van al Infierno, aquí vienen las que se merecen una recompensa por la vida que han vivido.

sábado, 19 de enero de 2013

Madrugadas

2:17 de la mañana, ya no sé ni cuantas horas llevo intentando dormir. Lo he intentado todo: he terminado el libro que estaba leyendo, he contado 100.000 ovejitas, me he puesto a estudiar, he puesto música, he intentado dejar la mente el blanco y nada. Bueno, dejar la mente en blanco nunca me sirve porque aparecen en mi cabeza imágenes de monstruos y cosas grotescas que hacen que aún me sea más difícil dormir.
Sigo dando vueltas en la cama, 3:01 de la mañana. Joder, puto cerebro ¿es que no quieres descansar? ¿por qué no me haces caso? ¡Entra en modo hibernar! Pero nada, ahí sigue mi cabeza hiperactiva venga a trabajar, la pobre que es nocturna porque de día nunca quiere hacer ejercicio.
Poco a poco se va apoderando de mi la desesperación, no lo entiendo, ¿por qué nunca puedo dormir más de 5 horas seguidas? Porque claro, duerma lo que duerma, siempre es en intervalos de 1 hora/2 horas y otra vez a despertarse y a repetir de nuevo la tarea.
4:30 de la mañana y ya empiezo a plantearme si no sería más productivo levantarme directamente, ponerme a estudiar y luego dormir por la tarde. Pero rápidamente quito esa idea de mi cabeza porque no conseguiría dormir por la tarde y acumularía mucho más cansancio con el paso de los días.
5:15...sin ningún cambio. 5:30, más de lo mismo.  5:45 empiezo a notar cierto grado de cansancio en mi cabeza. ¡Ríndete ya!
Finalmente, a no sé que hora ya, consigo vaciar de una puta vez mi "pensadero".