sábado, 26 de enero de 2013

Iniferno parte I

Bienvenidos al Infierno.
Muchos me conoceréis como "el demonio", "Satán", "Satanás", pero nada más lejos de la realidad pues yo no soy un hombre, soy una mujer. Sí, "el demonio" es de género femenino y quizás esa es la razón por la que las cosas van tan bien por aquí.

Hoy os voy a aclarar una serie de cosas que, por culpa de Dios, nadie conoce.
Lo primero es la forma en la que se va al Infierno; no creáis esas mierdas de que los buenos van al cielo y los malos al infierno porque es la mentira más grande, aparte de la de mi sexo, que Dios se ha inventado.
Cuando una persona muere llega a una especie de sala de espera en la que un amable ángel te pregunta si quieres ir al Cielo o al Infierno. Una vez que decides eres enviado al sitio elegido.
En el caso de que ese sitio sea el Infierno haces una entrevista conmigo en la que repasamos todo lo que has vivido y en la que puedes preguntar por lo que podemos ofrecerte aquí. Si te convence lo que escuchas yo seré la encargada de decidir, en base a tu vida, si puedes entrar en el Infierno o no. Si no entras puedes optar a ir al cielo y si allí tampoco te admiten tienes que quedarte en el limbo. Aquí tengo que hacer una aclaración y es que en el cielo no suelen poner muchas pegas para que entres porque están muy escasos de habitantes.
Cuando estés admitido en el Infierno tendrás que firmar un contrato en el que te compretes a comportarte adecuadamente y con respeto en todo momento, a tratar a todo el mundo correctamente y a una serie de cosas que no voy a desvelar para no romper la magia el día en el que tengáis que firmar vosotros. Si se incumple en algún momento este contrato tengo derecho a enviaros directamente al limbo.

Vale, ahora voy a explicar un poco cuáles son los criterios de selección en los que me baso. Lo más importante son los logros que hayas conseguido, ya puede ser un premio Nobel como criar a un hijo del que puedas sentirte orgulloso, también es imprescindible que seas una persona de fiar y que no hayas mentido en exceso durante tu vida, especialmente en temas importantes.
Voy a poner un ejemplo de dos personas y como juzgaría sus casos. La primera persona es un padre de familia pobre que durante su vida ha tenido que robar para alimentar a su familia hasta que encuentra un trabajo que le permite mantenerlos. Esta persona ha consumido drogas pero ha conseguido rehabilitarse. Pues bien, yo lo admitiría en el Infierno.
El otro caso es un hombre que durante su juventud ha sido un gran estudiante, de familia de clase media, se casa con una mujer trabajadora y él empieza una carrera como político. Para conseguir llegar a un puesto decente tiene que mentir y una vez consigue su puesto deseado empieza a robar dinero público. No lo hace por necesidad, lo hace porque puede. Esta persona no entraría jamás en el Infierno.
Quizás mi criterio no sea el más justo pero es el que mejor funciona y nunca hemos tenido problemas por aquí. De hecho, tenemos una comunidad bastante grande que va desde intelectuales como Steve Jobs hasta gitanos que vendían oro. Aquí aprendemos los unos de los otros, todos nos tratamos con respeto y siempre hay cosas que hacer.

Con esto quiero dejar claro que todo lo que dicen sobre mí y mi casa es una puta mentira que Dios inventó y que sus creyentes siguen alimentando. Las personas malas no van al Infierno, aquí vienen las que se merecen una recompensa por la vida que han vivido.

sábado, 19 de enero de 2013

Madrugadas

2:17 de la mañana, ya no sé ni cuantas horas llevo intentando dormir. Lo he intentado todo: he terminado el libro que estaba leyendo, he contado 100.000 ovejitas, me he puesto a estudiar, he puesto música, he intentado dejar la mente el blanco y nada. Bueno, dejar la mente en blanco nunca me sirve porque aparecen en mi cabeza imágenes de monstruos y cosas grotescas que hacen que aún me sea más difícil dormir.
Sigo dando vueltas en la cama, 3:01 de la mañana. Joder, puto cerebro ¿es que no quieres descansar? ¿por qué no me haces caso? ¡Entra en modo hibernar! Pero nada, ahí sigue mi cabeza hiperactiva venga a trabajar, la pobre que es nocturna porque de día nunca quiere hacer ejercicio.
Poco a poco se va apoderando de mi la desesperación, no lo entiendo, ¿por qué nunca puedo dormir más de 5 horas seguidas? Porque claro, duerma lo que duerma, siempre es en intervalos de 1 hora/2 horas y otra vez a despertarse y a repetir de nuevo la tarea.
4:30 de la mañana y ya empiezo a plantearme si no sería más productivo levantarme directamente, ponerme a estudiar y luego dormir por la tarde. Pero rápidamente quito esa idea de mi cabeza porque no conseguiría dormir por la tarde y acumularía mucho más cansancio con el paso de los días.
5:15...sin ningún cambio. 5:30, más de lo mismo.  5:45 empiezo a notar cierto grado de cansancio en mi cabeza. ¡Ríndete ya!
Finalmente, a no sé que hora ya, consigo vaciar de una puta vez mi "pensadero".