martes, 10 de junio de 2014

La más muerta del jardín.

Nunca entendí por qué te fijaste en mí. Yo, que era la diferente a las demás, el punto que se sale de la curva.
Ellas: tan rubias, ojos preciosos, cuerpo perfecto, adorables, cariñosas. Encajaban perfectamente contigo y tu círculo. Ellas, el día.
Yo: tan poco atractiva, borde y antipática, lo menos adorable del mundo, el cactus. Yo, la noche.

Solía pensar que ellas eran las diferentes, pero me di cuenta de que realmente yo era la que no encajaba. El error, aquel fallo del destino, no sé que hizo que me miraras, que me quisieras. Aún me cuesta entenderlo. Igual pensaste que conseguirías cambiarme, que sería una más de aquel ejército de perfección pero no, seguí siendo la oscuridad entre la luz.
No podía competir contra eso.

Pero, ¿quién sabe? Igual dentro de unos años veas que la luz siempre esconde sombras.
Las rosas son preciosas pero incluso ellas tienen espinas. Al menos los cactus no las esconden.