miércoles, 15 de junio de 2011

En un instante esa muralla que construiste durante años y que has ido llenando de huecos conforme se iba rompiendo termina por caerse y entonces piensas: ¿para qué?
¿Para qué me he esforzado tanto si tarde o temprano la verdad iba a salir a la luz?
Y es entonces cuando tienes que reconocerlo abiertamente, cuando necesitas desesperadamente que alguien te entienda o que al menos te escuche. Porque no puedes guardarte tantas cosas, todo tiene un límite y al final siempre llegamos a él.
Es por eso que el ser humano no puede ser individualista, no puede pensar en sí mismo como una única cosa sino que debe concebirse a sí mismo como un conjunto.
La soledad nos ahoga, nos hace sacar lo peor de nosotros y al final somos nosotros mismos los que necesitamos poner punto y final a nuestra vida.
Necesitamos tener gente alrededor, gente que nos haga evadirnos, que nos ayude a construir esa muralla tras la cual sentirnos seguros, a pesar de que la muralla volverá a caer algún día.